Bueno hoy es viernes, es decir día de entrada, pero no tengo nada específico qué comentar así que nomás paso a compartirles la primera parte del trasfondo de un personaje que realicé hace algunos días para un juego. A lo mejor y me animo a desarrollarlo más con el tiempo, pero mientras sólo les tengo un pedacito de su historia. Espero lo disfruten
¡Ah sí! He de decirles que pues el nombre que aparece aquí no es el nombre real del personaje, pero por razones de seguridad de éste xD debo mantenerlo en secreto.
"Nacida en la ciudad de
Hildestheinn, capital de Haufman. Tengo un hermano gemelo llamado Axel, con
quien siempre me comparaban a pesar de las diferencias en nuestras capacidades.
Axel siempre fue más fuerte y más tenaz, virtudes que todos en el pueblo le
reconocían, sin embargo yo lo vencía en agilidad y en el combate con armas. No
obstante nuestras diferencias, él y yo teníamos una buena relación. Mi padre fue
Soren Olrich, el principal armamentista de la ciudad, conocido por todos como
un prodigio en cuanto a la creación de armas se refiere, por lo que el negocio prosperó
incluso con ciudades vecinas. Mi madre Astrid es una leyenda en la prueba de
Holst, siendo la mujer con más victorias en la historia de Haufman.
Al ser hijos de una leyenda del
Holst, siempre tuvimos la presión de nuestra madre en cuanto a mantener en alto
el nombre de la familia, así que constantemente éramos sometidos a intensos
entrenamientos para mejorar nuestras capacidades. A pesar de que Axel era más
fuerte y por lo tanto más elogiado, mi padre siempre tuvo un especial interés
en mí y en mi destreza con las armas, por lo cual solía diseñar armamentos
especiales para mis entrenamientos, y eso desarrolló un vínculo más estrecho
entre él y yo.
Justo el día en que mi hermano y
yo cumplimos 13 años, nuestros padres nos llevaron a Annar para probar nuestras
habilidades y entrenar junto con algunos de los guerreros más reconocidos del
lugar, y también para que mi padre cerrara negocios con estos mismos. Como
incentivo y regalo de cumpleaños, mi padre me dio una cimitarra con la
inscripción “lucha hasta el final” en la empuñadura y a mi hermano le dio un
par de dagas con incrustaciones de plata. Nuestra estancia en Annar no duró más
de 6 meses, en donde nos hablaron del Ki y su uso para el combate, sin embargo,
debido al escaso tiempo de entrenamiento no pudimos aprender estas habilidades.
Días antes de emprender el viaje
de vuelta a Hildestheinn, mi maestro y compañero de combate Logan, descubrió mi
pasión por las armas y me regaló una capa especial para guardar mi cimitarra y
todas las armas que recolectara en el camino. Para el día de nuestra partida,
mi padre ya tenía nuevos negocios en puerta y muchas ideas para mejorar los
armamentos. Tanto Axel como yo mejoramos en nuestras habilidades de combate, y
mi madre llevaba consigo nuevas pieles para vestir.
Justo saliendo de los límites de
Annar un grupo de diez bandidos nos emboscaron. Nos tomaron a mi madre y a mí
por la espalda amenazando con matarnos si mi padre o Axel se atrevían a atacar.
Despojaron a mi padre de sus armas y sus materiales. Golpearon con brutalidad a
mi hermano en el rostro una y otra vez. Mi madre gritaba que se detuvieran,
mientras que yo permanecía callada intentando no moverme para que no notaran
que llevaba conmigo la cimitarra que la capa ocultaba perfectamente. Los
bandidos dejaron a mi hermano tirado en el suelo, aturdido por los golpes, y
fueron todos en contra de mi padre, sin embargo, no contaban con la tenacidad
de Axel, quien inmediatamente lanzó sus dos dagas, una a cada bandido que nos
sostenía a mi madre y a mí, justo en los pies de los malditos, lo que nos dio
oportunidad para deshacernos de su abrazo y escapar. Tomé inmediatamente mi
cimitarra, y mi madre tomó una de las dagas. Pude cortar el brazo del sujeto
que me agarró en un principio y verlo desangrarse en el suelo, mientras que mi
madre asestó el tiro justo entre las cejas del otro.
La adrenalina era tal que me
había olvidado por completo de los otros ocho bandidos que se dirigieron hacia
mi padre, hasta que se escuchó un grito de dolor tan agudo que los animales
salieron de sus escondites. Volteamos hacia atrás y ahí estaba mi hermano
gemelo golpeado a unos metros del cadáver apuñalado de mi padre. Mi madre se
apresuró a ir junto a Axel, intenté detenerla, pero los sujetos nos habían
rodeado nuevamente. Tomé mi cimitarra y comencé a blandirla con una furia que
jamás había sentido en mi vida, pero la capa pesaba tanto –en ese entonces –
que entorpeció mis movimientos. En lugar de degollarles las cabezas a los
bandidos, sólo rocé partes no importantes de los cuerpos de 3 de ellos, el daño
no fue mucho, pero fue lo suficientemente profundo para que retrocedieran. Giré
una vez más en dirección a mi madre y mi hermano, pero ya no estaban, se habían
ido, los bandidos se los llevaron. Sólo había un charco de sangre en el suelo
junto a las pieles que traía mi madre consigo, y justo atrás yacía mi padre sin
vida. [continuará]"
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